El conflicto es inherente al ser humano, consecuentemente, el problema no es el conflicto, el problema es no abordarlo dejando el conflicto latente, que éste derive en violencia y que ésta rompa la paz en la convivencia humana.

Sobre "Conflictos y violencias, caminando hacia la Paz cotidiana" versó el taller que la organización FundiPau impartió a los equipos técnicos que trabajan en el ámbito socioeducativo en la Mina. En este foro de intercambio y debate se clarificaron conceptos y contrastarlos con el día a día y las posibles situaciones de conflicto. Las creencias, el sentimiento de pertenencia, la idiosincrasia, la identidad de cada uno generan de forma natural diferencia de opiniones y conflictos de intereses que es necesario saber resolver al margen de escenarios de violencia. Hay que ser conscientes, nos dice FundPau, de la resistencia generalizada al cambio y la necesidad de tener razón, y al mismo tiempo trabajar la empatía, la voluntad de resolver, la negociación, el reconocimiento y la mediación para rebajar la tensión. Se trata de prevenir la violencia en el conflicto yendo a su raíz para avanzar sus soluciones. Valores como la pluralidad, la cooperación, la diversidad, la solidaridad deben estar presentes, junto con la capacidad de aprendizaje y de transformación, para afrontar el conflicto de forma constructiva y no violenta. Y esto, según FundiPau, es un proceso y no una inercia puntual, tanto en lo que se refiere a la gestión como a la resolución.

Violencias y Paus
Se establecen tres tipos de violencias: Estructural, Cultural y Directa. La directa es la visible, la que nos explota en la cara, pero por debajo están las otras dos. La violencia estructural tiene que ver con las estructuras sociales (economía, política, legislación…) que provocan desequilibrios y violaciones de los derechos y libertades fundamentales, que impiden el desarrollo y la vida digna de las personas. La violencia cultural es la que desprecia, estigmatiza, discrimina y margina a personas y grupos humanos, especialmente, aquellos que un grupo social, generalmente mayoritario, considera que no son “de los suyos”. El conflicto destructivo es el que se pretende resolver con violencia; el conflicto constructivo es el que lo hace mediante la paz. Y esa paz puede ser una paz negativa, cuando -aunque no hay violencia- tampoco se resuelve el conflicto y éste queda latente; o una paz positiva, cuando ésta es capaz de crear un nuevo escenario y transformar la realidad existente. La paz positiva es igual a justicia social.

 

No se trataba de encontrar fórmulas mágicas de resolución, pero sí acercar estos planteamientos a la Mina. El trabajo por grupos recogió la realidad de un barrio estigmatizado, señalado a menudo por algunos medios de comunicación, en el que las estadísticas de salud, paro, absentismo y fracaso escolar, esperanza de vida, asistencialismo y condiciones de la vivienda, sitúan en la vulnerabilidad social. Asociado al aislamiento, al mercado y consumo de estupefacientes, junto con la suciedad y la percepción de peligro en las calles. Se trataba de hacer el ejercicio de identificar posibles focos de conflicto y apuntar soluciones de prevención, como la promoción de hábitos saludables y el cuidado de la salud mental, el acceso al trabajo ya la vivienda digna, visibilizar el potencial de la comunidad del barrio y rebatir la estigmatización.


 

El taller sobre conflicto y paz es una iniciativa del pebMINA, red comunitaria que agrupa a las entidades y servicios socioeducativos, y el punto de partida del trabajo de aprendizaje y sensibilización que ha puesto en marcha este curso para profundizar en la cultural de la paz.