El sociólogo Salvador Cardús asegura que el incivismo es un mal eterno y endémico de las sociedades. Y, explica que, Sòcrates, el gran maestro griego de la filosofía occidental, ya se quejaba de la mala educación y la tiranía de los jóvenes de su época. Cardús recomienda no hacer dramatismo e intentar ser objetivos cuando hablamos de las acciones incívicas que nos rodean. Así, como evitar ir señalando buenos y malos.
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Salvador Cardús, decano de la Facultad de Ciencias Políticas y Sociología de la Universitat Autònoma de Barcelona, fue a finales del mes pasado de octubre al barrio de la Mina para hacer una charla sobre convivencia y civismo. En un acto organizado por el área de Espacio Público del Consorcio a través de su equipo de agentes cívicos, que se celebró a la sala de actos del, recientemente inaugurado, Espacio Cultural Fuente de la Mina
 
Organización y orden
 Ante un público formado por una septuagésima de personas, Cardús defendió el orden y la organización como base de la convivencia y el civismo en todos los ámbitos (personal, familiar y social). "La buena educación no es una cuestión de sermones -aseguró-, sino de estilos de vida y tiene que ver con la buena organización", por añadir que "es igual si la gente es buena o mala, el que interesa es que respeten las normas de juego". Puso como ejemplo una familia que se quita tarde por la mañana, que salgo de casa con prisas y sin almorzar bien por ir a la escuela. "Esta situación comportará nervios y gritos, malas palabras y discusiones. Al fin y al cabo acaba siendo una carencia de respeto", concluyó Cardús. Y como solución "hace falta buscar todo aquello que hace que haya climas positivos de convivencia"
 
Un concierto para la convivencia
Esto sería, en el caso del barrio de la Mina, el concierto de piano conmemorativo del año Isaac Albéniz, que se celebró dos días desprendido al mismo Espacio Cultural. Cien cincuenta personas asistieron a la actuación del pianista Lluís Avendaño y la bailaora Beatriz del Pozo. Bajo el balcón Pinós-Miralles se va instalar un escenario sencillo, pero, íntimo, con el pianista rodeado por el público. Todo el mundo coincidió a decir que se lo habían pasado muy bien y que había sido muy emotivo. Al final los artistas firmaron autógrafos y compartieron baile y canciones con algunos vecinos del barrio. Al fin y al cabo provocó el efecto que dice Cardús, de crear afección, lazos, entre las personas que compartieron aquel rato. (Para más información sobre el concierto consultáis esta misma web).
 
Hay experiencias que crean vínculos entre los miembros de una comunidad y no hay que todo el contrario. Según Cardús, "cuando alguien quema un contenedor lo hace porque no se siento atado al barrio ni parte de la comunidad a la que teóricamente pertenezco (...), l'incivisme es el resultado del desafecto" dijo, que se deben revisar las maneras que tenemos de organizar la vida a la calle, estableciendo reglas de juego claras, compartidas, aceptadas y basadas en el sentido común; que estén al servicio de el interés general". Y añadió "que hace falta tener una actitud emocional correcto". Es decir, según Cadús, el buen civismo y la buena convivencia piden individuos emocionalmente maduros. La immaduresa emocional, la que no permito expresar de forma clara sentimientos y emociones, es una gran fuente de conflictos por los malentendidos y la desconfianza que comporta.
 
Indiferentes por agotamiento
 Según el sociólogo "las reglas son confusas y no están bien explicadas, y por poder cumplirlas la persona se las debe sentir suyas. Y entonces seremos capaces de respetarlas y de defenderlas". El problema de hacer respetar la convivencia y los bienes públicos, fue el tema que despues del coloquio generó la mayoría de las intervenciones. En general se coincidió en que la acción de los incívicos y las dificultades por hacer respetar las normas básicas de la convivencia, dentro la comunidad, acaba creando indiferencia. El vecino y la vecina que, desprendido de haber gritado, más de un golpe, la atención a los irrespectuosos y de haberse llevado malas palabras, en el mejor de los casos, se siento impotente y acaba por abandonar. Cardús reconoció que "nuestra sociedad nos exige pasar desapercibidos, sin implicarnos demasiado en los conflictos". Pero alertó del desequilibrio que constata "entre el que nos da el Estado, la Administración, y que algunos ciudadanos no lleguen a tener conciencia de que sea suyo y que, por lo tanto, deben ser respetuosos con el bien común"
 
 
El público pidió medidas por parte de la Administración, por actuar contra los incívicos que se cruzan impunes y aseguró haber presentado denuncias que no obtienen respuesta. Cardús habló de no desesperar y ser persistentes. Pero también apuntó que "a veces pienso que la administración protege demasiada. Que te da, pero no te exige", y reivindicó una cultura de los deberes, en que los derechos y los deberes del ciudadano estén más equilibrados, "porque tendemos a exigir de los otras y nos resulta difícil establecer nuestros deberes. Tenemos clara la reivindicación y la autoexigència, pero también hace falta tener clara la exigencia de los deberes".