Más de 300 personas de todas las edades participaron ayer en el desfile de Carnaval del barrio de la Mina. Este año la fiesta del desenfreno que nos lleva el rey Carnestoltes ha puesto el foco en la naturaleza, denunciando la contaminación, la polución y los desechos, y reivindicando la necesidad de cuidarlo entre todos.

Las diversas comparsas representaban ecosistemas y paisajes, desde el mar a la selva pasando por las montañas. Se pudo ver un buen número de animales, muchas variedades de insectos, tigres y leones, peces y vacas. Todos en perfecta armonía al sonido del grupo Batubaroa que abría el pasacalles con el tronar de sus tambores y platillos. La música, el brillo de los disfraces y los globos de colores van transforma la ciudad por unas horas. Convocados por las organizaciones que forman el Proyecto Educativo de la Mina (pebMINA), las entidades y asociaciones de la Mina, junto con el vecindario que se fue sumando al paso del desfile, recorrieron las principales calles, ramblas y avenidas desde el paseo Camarón hasta el Campus de la Universidad Politécnica, donde la fiesta terminó con una chocolatada popular a cargo de la Fundación b-TEC y la Fundación Formación y Trabajo.

 

 

 

 

Consorcio del barrio de la Mina